domingo, 25 de octubre de 2009

Motivar al trabajador

Recientemente mi amigo Raúl Castro hacía referencia en su blog a Herzberg y a su “factor higiénico”. Su comentario ha sido lo suficientemente “motivador” para hacer este artículo.

Tener motivado a los trabajadores es un factor clave para conseguir la excelencia en el desempeño de la actividad empresarial.

A la hora de motivar es imprescindible romper con la idea de que lo que quiere una persona es lo que quieren las demás. Cada persona tiene sus propios objetivos y el encargado de dirigir la empresa debe aunar esos objetivos para, al ser buscados, dar respuesta a los objetivos empresariales. Podemos recurrir a la “mano invisible” de Adam Smith y ver como intereses individuales son guiados por una mano, en este caso no tan invisible, en pos de la consecución de un objetivo común.

El comentado Herzberg hace referencia a la existencia de dos tipos de factores:

- Los factores higiénicos. Su ausencia desmotiva, su presencia no aporta un salto de calidad. Podríamos definirlos como aquellos elementos cuya presencia no suma pero cuya inexistencia resta “un montón”. El sueldo tal vez sea el mejor ejemplo que podemos poner.

- Factores motivadores. Su presencia ayuda a motivar al trabajador. Si están presentes todo funcionará mejor. Son la verdadera herrmienta a usar para "el salto de calidad". El sentir que se valora tu trabajo es uno de ellos.

Soy firme seguidor de la opinión de que se consigue más dando una palmadita en la espalda que un grito. Pero el “tacto” es en muchos una asignatura pendiente para los directivos. No nos suele gustar que nos digan lo mal que lo hacemos y sin embargo con frecuencia nuestros jefes parecen disfrutar centrándose en nuestras carencias. Parece que es de “blandos” el premiar por el trabajo bien hecho.

Cazar a los trabajadores haciendo algo bien hecho para premiarlo y con ello reforzarlo debería ser una asignatura aprendida. El abusar del refuerzo positivo no creo que sea un error en la mayoría de los casos. Peor es abusar de su carencia.

Si de motivación hablamos no me queda más remedio que hacer referencia a Abraham Maslow y su conocida pirámide de las necesidades. Es cierto que todas las personas no respondemos de la misma manera ante los estímulos recibidos, pero también es cierto que en muchos aspectos las personas parecemos cortadas por el mismo patrón. En estos tiempos de crisis se suele hablar de la vuelta a los valores básicos y clásicos.

No estaría mal que aprovecháramos la coyuntura para enseñar a nuestros jóvenes el valor que tiene el cubrir las necesidades básicas o fisiológicas. Es cierto que en una sociedad como la nuestra, desarrollada y que no parece acordarse de las penurias que vivieron nuestros abuelos, resulta imposible pretender motivar cubriendo el escalón más bajo de la pirámide, pero no estaría de más el contribuir a que se valore lo que se tiene, pues como dice un buen amigo “al final siempre queremos lo que no tenemos” y es possile que lo que tenermos lo perdamos, así que, ¿por qué no nos adelantamos y lo valoramos?

Pero si se quiere motivar consistentemente, debemos mirar hacia arriba de la pirámide y dotar a los trabajadores de seguridad, dar afecto y reconocimiento, además de ayudarlos a alcanzar sus metas más altas.

Motivar no es algo de un día, sino algo del día a día.

Y por favor, señores directivos, cuando la gente a su cargo trabaja bien, no se empeñen en dar su sello a lo que está bien hecho, simplemente disfruten del trabajo bien hecho y aplaudan, aplaudan mucho, que nunca viene mal…